Dolor, música y fiesta: leer “Cumbe”, de Néstor Luis Garrido

Dolor, música y fiesta: leer “Cumbe”, de Néstor Luis Garrido

Por Victoria Velutini

 

¿De qué forma se puede representar el sufrimiento de un colectivo sin que la tragedia sea el tono transversal de lo narrado? ¿Cómo hablar del dolor sin hacer énfasis en la dolencia? Esta es la intención literaria de Néstor Luis Garrido, periodista y escritor, en su más reciente obra Cumbe: crónica barroca de un sarapampán afrocaribe (2024), publicada por abediciones, en colaboración con el Espacio Anna Frank.

Al leer el título de la novela se piensa, ya sea por la combinación de palabras o por la propia onomatopeya que es “sarapampán”, en música, folklore y parte del origen, ahora distante pero siempre presente, de la nación mestiza que es Venezuela. De hecho, la palabra “sarapampán” no tiene una definición clara. Al buscarla en la red no se obtienen resultados, sin embargo, sin saber a qué se refiere, el ritmo del término invade al lector y lo sumerge en uno de esos bailes que están, aunque no los hayamos visto en la vida, en nuestro imaginario.

La palabra “cumbe”, por otro lado, se aleja de la aparente festividad y nos posiciona frente a la cruda realidad que el autor plantea. Cumbe es, por definición, un poblado conformado por esclavos negros que ahora viven en libertad. No obstante, la palabra ocupa una diversidad de significados abundante. En el prefacio de la novela, se hace énfasis en lo multifacético, voluble y disruptivo que puede llegar a ser Cumbe:

 

Si alguna vez ha entrado en un botiquín y ‒rockola de por medio‒ ha escuchado a los pico de plata contar la historia patria; si alguna vez ‒entre pasapalos y cubalibres‒ aparece un charlatán de mal trago y viene a pontificar sobre el bien y el mal; si alguna vez ha encendido el televisor y ha visto a un capitoste o a un predicador dárselas de sabiondo y, escondiendo con palabras recién aprendidas del Diccionario Escolar Ilustrado Sopena, el personaje en cuestión trata de disfrazar su «falta de ignorancia» ‒como diría Gonzalo Barrios‒ ante la audiencia seducida por su canto de sirena, entonces usted ha estado en Cumbe.

Cumbe se convierte, entonces, no solamente en un sitio físico, sino en un estado imaginario que puede ser concebido o, por qué no, invocado, por una serie de elementos ligados a un je ne sais quoi, a un misticismo inequívoco y patético que, no obstante, tiene a todos en vilo por la valentía que reside en la expresión de algo que no tiene sentido y que no comprenden, mas pretenden comprender. Existe gracia en la presencia que se atreve a decir por acabar con el silencio.

También se refiere a la organización que una comunidad decide tener, sin ahondar en las reglas o normativas sociales externas. Entonces, cumbe se torna en libertad, pero, asimismo, en una suerte de Estado-no-Estado anárquico en el que es difícil convivir y en donde reina el libertinaje. Un cumbe se forma a partir de la exclusión, de la incomprensión de una comunidad que encuentra refugio en las similitudes que comparten entre ellos, pero que, al mismo tiempo, los separa del resto del mundo, como lo muestra la novela.

El tempo de Cumbe, nos damos cuenta a medida que avanzamos con la lectura, es de suma importancia. Al principio del texto mencionábamos lo inherentemente folklórico y sonoro de la palabra “sarapampán” y esto se extiende a la estructura de Cumbe, al lenguaje que exhiben los personajes principales y secundarios y a la propia concepción de la obra. Dividida en ocho capítulos y un intermezzo —o interludio, que sirve como recordatorio para el lector— la novela se asemeja a la forma en la que se le es entregada una partitura a un músico. El autor desarrolla la historia, de comienzo a fin, tomando por guía cánticos religiosos, contrastándolo con sonidos característicos de la música afrocaribe y momentos bíblicos para nombrar lo acontecido. Cada capítulo se convierte en una síntesis barroca, sincretista, rica y exótica del devenir de los personajes.

La trama de Cumbe es, al igual que su composición, bastante particular. Ambientada en el año 1998 en el pueblo ficticio de San Juan de Cumbe, la novela expone las vivencias de un grupo de personas que se animan a participar en un certamen musical de la disquera Nashville Crepuscular. En dicho certamen, los protagonistas son los tambores y eso hace que muchos habitantes del pueblo, como Trancho y Alcides, decidan concursar, ya que se trata de un estilo que les llena el alma y que conocen casi desde antes de nacer. Además de que el premio prometido es alentador y los llevaría más allá de lo que podrían haber imaginado en la pequeñez de su universo. Pero este concurso no tiene un objetivo inocente, la verdadera propuesta detrás del escenario es conocer cuál de las dos agrupaciones musicales de los dos sectores que habitan en San Juan de Cumbe es la mejor, por lo que la política se inserta hasta en la esencia de la cultura: nada escapa al conflicto de bandos. La sentencia que hace el alcalde después de anunciar el evento lo dice todo:

−Ushindi ni Cumbe; iliyobaki ni uhaini… ¡Cumbe es tradición; lo demás es traición!”

Los problemas se hacen evidentes poco después del anuncio y las acciones que toman tanto los participantes como las personalidades gubernamentales terminan en verdaderas tragedias. La corrupción, el anhelo por poder y la ignorancia del pueblo hacen de lo que pudo ser un agradable evento para la comunidad en un episodio sangriento que los testigos guardarán hasta el final de sus días. Cumbe: crónica barroca de un sarapampán afrocaribe es una novela rica en lenguaje y musicalidad. Ofrece un panorama social vasto y expone los complejos relatos de un pueblo que, a pesar de contener en sí grandes aflicciones, todavía puede acudir al humor, todavía se aferra a la fe.

“A quién le escribes”, de Adriana Mara Olivares, un libro guía para nuevos escritores

“A quién le escribes”, de Adriana Mara Olivares, un libro guía para nuevos escritores

Escrito por Camila Guillén

 

    La licenciada en Comunicación Social por la Universidad Central de Venezuela, Adriana Mara Olivares, deja al descubierto sus más de 14 años de experiencia como editora en su última obra: A quién le escribes. Un libro dirigido “A todos los que tienen algo por crear” en el maravilloso ámbito literario. 

 

    A quién le escribes resalta por ser un libro que enaltece el trabajo que conlleva ser editor, escritor o autor, pero no de una forma romántica. Adriana Mara Olivares se esfuerza por exponer, a lo largo de cada párrafo, la intrincada, pero enriquecedora ruta del libro. La autora tiene como meta conducir a cualquier persona, que decida emprender el fascinante viaje hacia la publicación de un ejemplar literario, por el camino correcto. 

 

    La obra es perfecta para escritores novatos que buscan establecerse en los oficios ya mencionados. Ya que, funciona como un manual de instrucciones para la introducción al mundo editorial. Todo esto, de la forma más frontal y amena posible. No se plantean metas inalcanzables, al contrario, los jóvenes escritores pondrán sus pies en la tierra. 

 

    Está compuesto por 7 capítulos. Cada uno de ellos tiene el objetivo de conducir a la musa a un lugar tangible. Es decir, cada paso descrito, en las páginas de dicho ejemplar, busca convertir a las ideas en algo concreto, viable y bien recibido por el público. 

 

    En el mismo orden de ideas, se ofrece un abanico de consejos y recomendaciones. De esta manera, los escritores obtendrán respuestas a todas las dudas que aparecen frente a ellos al momento de comenzar un nuevo proyecto: ¿Cómo hago para que mi libro lo lea todo el mundo? ¿Cómo sé si mi borrador está listo? ¿Cómo puedo conectar con un público en específico? ¿Puedo corregir mi propio libro?¿Cómo selecciono a mi editor? y, finalmente, ¿Cómo puedo saber a quién le escribo?    

 

     A quién le escribes, el libro perfecto para iniciar tu formación como escritor profesional. Recuerda que está disponible en todas las librerías a nivel nacional.

El escritor de lo cotidiano: Paul Auster

El escritor de lo cotidiano: Paul Auster

Por Victoria Velutini

 

El primero de mayo se hizo público el fallecimiento del escritor norteamericano Paul Auster. Para muchos este nombre no tendrá demasiado significado, pero para otros, no queda duda, contiene una carga simbólica tremenda. Se darán cuenta que mi caso es el segundo, si no fuese así no existiría este texto. Ahora bien, no es mi intención hablar de mi experiencia, pero es, entenderán, inevitable, mostrar mi cariño hacia el autor, la nostalgia que provoca la mención de su nombre y el dolor que generó en mí la triste noticia de ese miércoles. Paul Auster fue uno de los escritores que me introdujo a la literatura, sus palabras me hicieron comprender eso que parece sencillo, pero que es trascendental (sus lectores me comprenderán). Siempre estaré agradecida por su labor y por aquel ejemplar de Tombuctú (1998) que cayó en mis manos cuando era una niña, gracias a mi padre. Me permito dedicar mi escrito, pues no tiene otro destinatario sino su memoria: para ti, Paul, esta nota. Cierro este pequeño inciso, ahora sí, para hablar de su obra.

Desde el inicio de su carrera, Auster demostró ser un escritor peculiar. La crítica es inteligente al puntualizar, rápidamente, que eso que tienen en frente dista de la producción literaria del momento, que hay un decir en la narrativa del norteamericano que es pertinente en el aquí y en el ahora. Hay potencial, una voz que posee un color distintivo, un estudio que delata la observación constante y el detallismo de aquel que se preocupa por la “artesanía de escribir”. Hay que agregar aquí que su prosa es patriótica en un nuevo sentido y esto es sumamente atractivo. Auster no es el “americano” que la mayoría conoce a través de las pantallas del televisor, ese que da la vida por su patria y que afirma que no hay mejor lugar en la faz de la Tierra, que disfruta de una gran casa junto con su esposa, dos hijos y un perro. No, su nacionalismo se reduce a lo comunitario, a su barrio, a lo que recorre día a día (no por nada se le denominó “el escritor de Brooklyn”) y que lo convierte, claro, en norteamericano, pero en ese que decide que ese contexto sea el escenario de su escritura, que se apropia de lo externo y lo retrata sin mayores ambiciones de embellecerlo. Eso también es pertenencia y, me parece, demuestra mayor aprecio que lo otro.

Su primer libro, Squeeze Play (1982), es, como son los inicios, un intento por encontrar su identidad. Además, fue un empujón forzado hacia el mundo literario, puesto que el objetivo final de tal ejemplar no era demostrar nada en especial, sino conseguir algo de dinero para subsistir. Hay en ello algo de sublime, en sufrir por eso que amamos hacer, en alejarnos de nuestros principios para satisfacer lo primario: vivir. El esfuerzo que hacen los escritores en publicar su primer libro siempre es inmenso, sin importar sus orígenes.

Después vino “el momento”, la publicación de City of glass (1985), el primer libro de The New York Trilogy. Con este nuevo comienzo, Auster despega en el mercado editorial y se convierte en un nombre referencial de la literatura del continente —y posteriormente, de la literatura universal—. Con la aclamada trilogía, el escritor tiene la oportunidad de dedicarse a aquello que le interesa y se hunde en su fascinación por la vida y la profundidad de las relaciones humanas. No para de escribir, aunque lo hace con parsimonia, sin ánimos de entregar algo anualmente. Auster hace énfasis en la calidad ante la cantidad, puesto que poco significa escribir veinte páginas al día si luego el contenido no tiene valor y se debe editar más de la mitad. En consecuencia, el avance es lento, pero se asegura de que lo que ha producido no va en contra de sus propias metas ni transgrede su identidad como escritor.

El público reconoce su obra como el reflejo de la vivencia neoyorkina, del alma sensible que se esconde tras el caos y el bullicio de una ciudad imperial. De repente, sus libros se transforman en una conglomeración de voces, sus lectores esperan con ansias el instante en el que, debido a lo que algunos llaman “casualidad” o “magia” (pero que simplemente es el poder de la literatura), se encuentren retratados en las páginas del nuevo ejemplar de Auster. La cotidianidad es el espejo del interior, así como se ve en Tombuctú (1998), en donde un perro de la calle, Míster Bones, se halla en una aventura inesperada junto a un poeta vagabundo. El escritor es capaz de hacer que la vida pase por distintos filtros en cada una de sus creaciones: es cierto que hay temáticas y también un claro estilo, pero no es posible predecir cuál será su siguiente movimiento en el ámbito literario y es eso lo que lo mantiene tan actual como la primera vez.

Su penúltima obra, 4,3,2,1, publicada en 2017, es, como dicen muchos críticos, “la gran épica del siglo veinte”. No solamente es la novela más larga de todo el conjunto que conforma su trabajo —puesto que posee un poco más de 800 páginas—, sino que es también una gran apología a la experiencia lectora y la manera en la que el escritor puede jugar con la estructura, forma y lenguaje en un microuniverso tal como el género narrativo. Es increíblemente conmovedor saber que Paul Auster dedicó tanto de su tiempo, de sus últimos años productivos, a divertirse con la escritura, a hacer exactamente lo que quería.

Hace algunos meses, el escritor norteamericano publicó la que sería su novela final, Baumgartner (2024), cuya trama reside en la grandeza de amar y ser amado —la filosofía es evidente— a través del tiempo: dificultades, alegrías, pérdidas y la presencia de la disconformidad que motiva a los amantes a continuar.

Queda mucho más por decir, las palabras no son suficientes para hablar sobre el quehacer literario de Paul Auster, todo queda corto, no satisface, pero quizá eso sea lo mejor. El escritor con experiencia sabe en qué lugar es apropiado terminar su narración. Lo que Auster deja atrás es más que un gran aporte a la literatura mundial, es la certeza de que no estamos solos en nuestras experiencias, que podemos ser uno, de vez en cuando, en la densidad y simpleza del lenguaje.

“Adiós Miss Venezuela” de Francisco Suniaga, un libro espejo de la decadencia venezolana

“Adiós Miss Venezuela” de Francisco Suniaga, un libro espejo de la decadencia venezolana

Escrito por Camila Guillén

 

    El abogado margariteño, Francisco Suniaga, además de haber ejercido como un gran profesor universitario, es la persona detrás de uno de los mejores proyectos literarios venezolanos del siglo XXI. Destacando así por sus prolíficas obras narrativas, caracterizadas por una aguda crítica social y un estilo narrativo crudo y directo. 

    Suniaga cautivó al público con la primera edición de Adiós Miss Venezuela en el 2017 y vuelve a hacerlo este 2024. El libro está dividido en 30 capítulos donde se devela el deterioro de nuestro país, a través de hechos y personajes ficticios que funcionan como una suerte de espejo de los reales que conocemos e identificamos. 

     La novela, ambientada en Margarita y Caracas, se adentra en el icónico concurso de belleza, utilizándolo como una metáfora para explorar la decadencia social y política del país. Se presenta una trama cautivadora que gira en torno a María Genoveva Herrera Becher “Beba”, una ex Miss venezolana que decide quitarse la vida. Dicho suceso, catalogado por las autoridades como un homicidio, llena de desasosiego a sus allegados. El abogado, José Alberto Benítez, un hombre cínico, honesto y desilusionado del sistema, protagonista de la trilogía margariteña del autor, es quien se enfrenta con el complejo y mediático caso. 

     Suniaga, realiza una crítica mordaz a la situación de Venezuela y a la desigualdad enfermiza que existe entre las clases sociales que la conforman. Todo esto, a través de los ojos de Benítez y de la investigación que hace a lo largo del relato. Además, el Miss Venezuela, aparente símbolo nacional, se desnuda ante los lectores. Las ex Miss Venezuela, símbolos de belleza y perfección, en esta oportunidad se retratan como mujeres marcadas por sus experiencias, cuestionadas por los fantasmas de su pasado y la desilusión de sus sueños rotos.

     Suniaga, durante toda su obra, maneja con maestría narrativa la alternación entre la indagación y las historias llenas de profundidad y realismo de los diferentes personajes. La prosa es ágil, descriptiva y cargada de tensión, lo que mantiene al lector expectante hasta el final. El autor no se aleja de los temas difíciles, sino que los aborda con crudeza y honestidad, invitando a quien lo lee a una profunda reflexión sobre el amor y los motivos del suicidio.  Adiós Miss Venezuela no solo es una novela policíaca, sino que también se encarga de exponer una sociedad carcomida por el desamparo, la desilusión y la desconfianza. Donde la belleza y la opulencia solo sirven como una fachada para ocultar los miedos y culpas que imperan en el alma de los personajes. 

     En definitiva, se trata de una novela imprescindible para cualquier persona que quiera comprender el panorama social de la Venezuela actual. Si estás buscando una lectura que te intrigue, te haga pensar y te conmueva, Adiós Miss Venezuela es perfecta para ti.

La necesidad de silenciar

La necesidad de silenciar

-a propósito del Día Mundial de la libertad de Prensa-

 

 

Escrito por Marcelino Bisbal

 

I

 

El 3 de mayo fue proclamado como el Día Mundial de la Libertad de Prensa en 1993, por la Asamblea General de las Naciones Unidas. Sirva este breve ensayo para recordar ese día y para recordar cuál es el papel del periodista, de los medios de comunicación y cuál debe ser la ética del comunicador profesional, además es un día, tal como nos lo expresa la UNESCO, de apoyo a los medios de comunicación que son blanco de la restricción, o abolición, de la libertad de prensa. También es un día de recuerdo para los periodistas que perdieron la vida en la persecución de una noticia.

El título de este artículo –LA NECESIDAD DE SILENCIAR– está tomado, pero parafraseado, de un estupendo libro que escribiera el escritor sudafricano J.M. Coetzee, premio Nóbel de Literatura y que lleva por título Contra la censura (2007) en donde se expone “la pasión por silenciar”. El libro de Coetzee nos ofrece doce ensayos en donde se nos dice que:

 

La institución de la censura otorga poder a personas con una mentalidad fiscalizadora y burocrática que es perjudicial para la vida cultural, e incluso la espiritual, de la comunidad. El censor actúa, o cree que actúa, en interés de la comunidad. En la práctica es frecuente que exprese la indignación de la comunidad o que imagine dicha indignación y la exprese: en ocasiones imagina tanto la comunidad como la indignación de ésta (…) No soy capaz de alinearme con el censor, no solo debido a una actitud escéptica, en parte temperamental, en parte profesional, hacia las pasiones que llevan a ofenderse, sino también debido a la realidad histórica que he vivido y a la experiencia de lo que llega a ser la censura una vez se instituye y se institucionaliza. Ni en mi experiencia ni en mis lecturas hay nada que me convenza de que la censura estatal no es algo intrínsecamente malo, ya que los males que encarna y los que fomenta son mayores, a largo e incluso a mediano plazo, que cualquier beneficio que pueda asegurarse que se deriva de ella.”

 

 

II

Digamos de entrada, a la manera de una declaración principista, que la Libertad de Expresión y el Derecho a la Comunicación/Información tienen que ver con la consideración de la democracia como sistema político que implica pluralidad, diversidad ideológica y amplio espacio de libertades siempre que se respeten las leyes y normas emanadas desde el Estado, no desde el gobierno, como ente que representa a la sociedad en su conjunto, sin distingos de raza, religión y creencias ideológicas. Dicho de otra manera: el derecho a la libertad de expresión implica la posibilidad de ejercer los demás derechos del hombre porque la información-hoy, dentro de este mundo globalizado y mundializado culturalmente, se ha convertido en el polo alrededor del cual se organiza gran parte de la vida pública y por tanto de la ciudadanía del presente.

 

El periodista colombiano Darío Restrepo apunta tres principios que son importantes a tener en cuenta frente al tema que nos ocupa: -Criticar al Estado y sus funcionarios es el significado central de la libertad de expresión; -La libertad de expresión nos define la calidad del sistema democrático: la libertad de expresión es la cancha donde se está jugando la democracia y; -En una sociedad democrática hay pocos derechos tan importantes como el de la libre expresión.

 

Desde esas formulaciones, ya convertidas en todos estos años en un leitmotiv que hemos venido repitiendo ante la opinión pública y el Poder que la Libertad de Comunicación, la Libertad de Expresión y, por consiguiente, el Derecho a la Comunicación e Información, son connaturales a la propia democracia. Es decir, la democracia no puede ser una realidad tangible sin la existencia de medios de comunicación libres e independientes de cualquier forma de poder y especialmente de la autoridad gubernamental.

 

III

 

A lo largo de estos veinticinco años que ya lleva el régimen, hemos visto como los periodistas y los medios padecen una situación excepcional con relación al tema del Derecho a la Comunicación e Información, a la Libertad de Prensa y de Expresión, en relación al Libre Acceso a Fuentes de Información Públicas y Privadas, con relación a la Libre Recepción de Mensajes de cualquier origen, a la Libre Escogencia de un Código Expresivo, a la Libre Elección  de un Canal Comunicante, a la Libre Delimitación de los Públicos-Audiencias-Perceptores y a la Libre Elección de sus Contenidos o Mensajes  (Antonio Pasquali) Todo ello implica la Libertad de Expresión, o mejor tal como dijera el mismo Pasquali: Libertad de Comunicación por sobre la Libertad de Expresión.

 

No hay que problematizar demasiado para entender lo que ha venido ocurriendo en el país con el mundo de las comunicaciones (medios convencionales y nuevos medios) y en todos los demás espacios de la sociedad. A lo largo de todos estos años del llamado “socialismo del siglo XXI”se ha instaurado un nuevo régimen comunicativo que nada tiene que ver con el que veníamos conociendo antes de la llegada, primero de Hugo Chávez Frías y ahora, con el régimen de Nicolás Maduro. Nada nuevo aparece en escena desde 1999 hasta nuestros días. Ya en otras latitudes hemos visto, seguimos viendo, lo que está ocurriendo en países como Cuba y Nicaragua por aproximarnos a los que tenemos más a mano.

 

Pasamos en el tiempo de una modalidad privatizada de medios, con escasa presencia de medios públicos-gubernamentalizados, a un régimen de medios para-estatales-gubernamentales cuya finalidad no es de interés y servicio público en la que teóricamente se inspira la propia concepción democrática de libertad de expresión, sino que obedece a la instauración del control social.

 

En la Venezuela del presente, tal como lo dijera el sociólogo y filósofo francés Edgar Morin, estamos en presencia de un sistema informativo totalitario en donde el Poder, en nuestro caso lo hemos referido con la designación del Estado-Comunicador, dispone de todo un arsenal de mecanismos, supuestamente jurídicos, que hacen de la información una pseudoinformación y en donde la censura explícita o la censura normada a través de leyes y decretos que sirven para ocultar la realidad tangible y palpable. Incluso, dicta la realidad de lo que debe de ser.

 

No hay país de la región que cuente con tanta jurisprudencia que regule de manera directa e indirecta el sector de las comunicaciones como en el nuestro. Veamos:

Ley orgánica de telecomunicaciones (reformada en 2010);

Ley de responsabilidad social en radio, televisión y medios electrónicos (se reformula en 2010 para incluir a los medios electrónicos: Internet);

Ley orgánica para la protección de niños, niñas y adolescentes (LOPNA), (con dos reformas, una en 2009 y otra en 2015);

Código penal (reformado en 2005);

Ley orgánica de contraloría social (esta ley reproduce la llamada Ley del sistema nacional de inteligencia y contrainteligencia que se conoció como la “ley sapo”, retirada al mes de su promulgación);

-La Ley constitucional contra el odio o por la convivencia pacífica y la tolerancia (puesta en práctica a partir de los sucesos de 2017. Se le conoce también como la “ley contra el odio”).

-La Ley Constitucional Antibloqueo para el Desarrollo Nacional. Esta ley está vigente desde el 12 de octubre del 2020. Leyendo detenidamente la ley podremos observar que este marco jurídico “erosiona el derecho a la información pública”;

Ley de Transparencia y Acceso a la Información Pública. Ella fue sancionada en apenas seis días. Se aprobó el 17 de septiembre del 2021.

Y ahora, se nos ofrece un nueva ley que lleva por título Ley contra el Fascismo, Neofascismo y Expresiones Similares. Esta nueva ley ya fue aprobada por la Asamblea Nacional (AN) en primera instancia.

 

¿Conclusión? Estos instrumentos legales bajo la figura de ley, sin enumerar los decretos y las resoluciones que se van formulando al paso de los acontecimientos, hacen del ejercicio del periodismo, de la libre expresión y del trabajo de los medios, una tarea casi imposible de cumplir. La censura; el hostigamiento tanto verbal como judicial; la intimidación; la intromisión en la generación de contenidos; la expropiación de medios y de equipos; la autocensura; la agresión-amenaza-ataque; las restricciones tanto legales como administrativas; las detenciones e inclusive la muerte mientras se busca o se cubre la información, impiden el ejercicio de la libertad de comunicar en todos los espacios de la sociedad y disminuye las opciones informativas.

 

 

 

IV

 

Si hoy analizamos con la suficiente objetividad y serenidad los cambios que se han producido en Venezuela desde aquel 1999 y todo lo que se dijo en ese momento, creemos que la realidad del presente supera lo que se llegó a expresar y teorizar en aquel lejano fin de milenio. Conclusión: los diagnósticos que se hicieron acerca del futuro cercano, unos mejor que otros, sobre la realidad que se avizoraba han sido superados por el desarrollo y el acontecer planificado desde la cúspide del poder. Esto es cierto en todos los órdenes de la vida de los venezolanos.

 

El mundo de las comunicaciones y sus componentes centrados en la información y la cultura constituye uno de los espacios en donde el régimen se ha ensañado con mucha fuerza usando todos los resortes que brinda el Poder.

 

La principal lección que debemos de extraer de la actual situación del país y de la devastación que se ha impuesto, tal cual política pública en el campo de las comunicaciones, es que el mundo-escenario de esas comunicaciones no puede ser dejado de lado ni académicamente, ni políticamente a los designios de oscuras fuerzas. Sin embargo, después de ver la operación que se instauró desde el inicio de este proceso político es inconcebible, por decir lo menos, que desde el campo de las teorías sociales se siga olvidando o dejado de lado al sector de las comunicaciones que hoy configuran, con el desarrollo de las tecnologías de producción y recepción comunicativa, nuevas maneras de concebir el Poder y nuevas formas de interacción y relacionamiento social. Como decía reiteradamente en sus últimos años de vida Antonio Pasquali: “El mundo necesita cada día más quien piense comunicaciones”.

 

Dentro de una perspectiva teórica, lo que nos apunta el sociólogo británico John B. Thompson en su libro Los media y la modernidad (1998) cobra fuerza para entender la incomprensión y olvido hacia el mundo de las comunicaciones. Thompson hace la crítica hacia los teóricos sociales –nosotros añadiríamos también a los políticos– quienes se han preocupado por las otras esferas de la vida pública, pero poco se han ocupado de pensar a los medios de comunicación y la significación que ellos tienen en el mundo del presente. Nos dice que:

 

(…) en los textos de los teóricos sociales, la preocupación por los medios de comunicación brilla por su ausencia. ¿Por qué este olvido? En parte es debido, sin duda, a una cierta actitud de suspicacia hacia los media. Para los téoricos interesados en los procesos de cambio social a largo plazo, los media podrían parecer una esfera de lo superficial y lo efímero, una esfera sobre la cual, aparentemente, hay poco que decir (…). Cuando los teóricos sociales actuales reflexionan sobre los amplios contornos del desarrollo de la modernidad, por lo general lo hacen profundamente influenciados por el legado del pensamiento social clásico.

 

 

Desde una visión latinoamericana aparece el mismo planteamiento. Hoy, las comunicaciones, así como el surgimiento de la imprenta en su momento fue un signo de profundos cambios, representan “una relevancia insoslayable en la renovación de los modelos de análisis de la acción social, de la agenda de investigaciones y la reformulación de la teoría crítica”.

 

¿Conclusión? Sirvan estas líneas para recordar este nuevo DÍA MUNDIAL DE LA LIBERTAD PRENSA a pesar de todo lo que hemos vivido en el campo de la libertad de expresión y la libertad de comunicación en Venezuela. Recordemos, una vez más, que en una sociedad democrática hay pocos derechos tan importantes como el de la libre expresión. En tal sentido, el actual régimen que nos gobierna ha demostrado a, a lo largo del tiempo, que le tiene miedo a los medios. Es, como dice el escritor Arturo Pérez Reverte:

 

[…] miedo del poderoso a perder influencia, el privilegio. Miedo a perder la impunidad. A verse enfrentado públicamente a sus contradicciones, a sus manejos, a sus ambiciones, a sus incumplimientos, a sus mentiras, a sus delitos. Sin ese miedo, todo poder se vuelve tiranía. Y el único medio que el mundo actual posee para mantener a los poderosos a raya, para conservarlos en los márgenes de ese saludable miedo, es una prensa libre, lúcida, culta, eficaz, independiente. Sin ese contrapoder, la libertad, la democracia, la decencia, son imposibles.

 

La UCAB celebra a lo grande el Día Internacional del Libro 2024: Un festín de letras, ideas y cultura

La UCAB celebra a lo grande el Día Internacional del Libro 2024: Un festín de letras, ideas y cultura

Por Camila Guillén

 

     Los pasados 23, 24 y 25 de abril la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), en el marco del Día Internacional del Libro y del Idioma, desplegó una colorida y nutrida programación. Los diferentes eventos organizados por la editorial abediciones y la Biblioteca, en alianza con diversas dependencias de la institución y organizaciones como El Museo Nacional del Libro, La Cámara Venezolana del Libro y la Fundación para la Cultura Urbana, le ofrecieron a los asistentes un espacio para el encuentro con la literatura, el intercambio de ideas y la reflexión sobre la importancia del libro como herramienta para el desarrollo personal y social. 

Libreros en la UCAB

     El plato fuerte de la programación fue la presentación oficial del libro Aún a tiempo, del reconocido poeta y escritor larense, Rafael Cadenas, Premio Cervantes 2022. La obra, publicada por la Fundación para la Cultura Urbana, reúne una selección de ensayos escritos por Cadenas a lo largo de su trayectoria. Ofreciendo así una profunda mirada sobre diversos temas de actualidad.

   El evento, realizado el 23 de abril en el Salón de Usos Múltiples del Edificio Cincuentenario, contó con la presencia del propio Cadenas, quien compartió con el público sus reflexiones y experiencias en torno a los textos que componen el libro. 

    En el marco del compromiso institucional con la equidad de género, la UCAB presentó la Cátedra Libre Estudios de la Mujer Teresa de la Parra, una iniciativa académica creada para investigar, documentar y difundir la historia y la experiencia de las mujeres en todas sus dimensiones. La Cátedra, impulsada por la secretaria general de la UCAB, Magaly Vásquez, lleva el nombre de una de las escritoras venezolanas más importantes del siglo XX, autora de obras emblemáticas como Ifigenia.

    Asimismo, como parte de las actividades conmemorativas, abediciones, en conjunto con el Museo del Libro Venezolano, bautizó una edición especial de Ifigenia para celebrar los 100 años de la publicación de esta icónica novela.

Presentación de “Ifigenia”

   Más allá de estos eventos, se ofrecieron múltiples talleres cuyo objetivo era brindar herramientas útiles para los nuevos emprendedores. Entre los talleres destacaron el de Redacción de crónica, dictado por Diajanida Hérnández; La escritura de guiones potenciada por Inteligencia Artificial, dictado por Rogny Sotillo y Frank Baiz; Redacción para Redes Sociales dictado por Sofía N. Avendaño; el Taller de Fotografía con Johanna Pérez Daza; Herramientas de Higiene Mental con la doctora Rebecca Jiménez, Derechos Humanos para jóvenes de la mano de Lissette González y Lucas García; y Ser Historiador de tu barrio con Zulay Álvares y Manuel Donís. 

    Con la celebración del Día Internacional del Libro, la UCAB reafirmó su compromiso con la promoción de la lectura, la escritura y la cultura como pilares fundamentales para el desarrollo individual y colectivo, además de dar un abrebocas de lo que será la próxima Feria del Libro del Oeste de Caracas que se llevará a cabo en el mes de noviembre de este año.

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