Todos los años, y en todo el mundo, se celebra el 23 de abril el Día del Libro y del Autor. Un día para homenajear a todas las historias y textos que durante años han ayudado al crecimiento intelectual y a la imaginación de los individuos. Y ahora, dentro del contexto impuesto por la pandemia, se evidencia que los libros, además de papel y tinta, son una de las mejores compañías que puede existir.

 

No es de gratis que la celebración del Día del Libro se lleve a cabo el 23 de abril. Un día como este, pero hace cientos de años, fallecieron Miguel de Cervantes, William Shakespeare y Garcilaso de la Vega. Del mismo modo, varios autores, como: Maurice Druon, Haldor K.Laxness, Vladimir Nabokov, Josep Pla, Manuel Mejía Vallejo y William Wordsworth, lo celebraron como día de su nacimiento y, en algunos casos, fue la fecha de su fallecimiento. Con estos antecedentes, y como tributo a los grandes autores que impactaron al mundo de las letras, la UNESCO lo consideró como única opción lógica para la celebración en honor a la lectura.

Los libros bien podrían considerarse como los pilares del mundo que conocemos. Ellos registraron las historias, las ideas, las fórmulas y los razonamientos que dan forma a todo el conocimiento del que presume el ser humano. Desde hace cientos de años, con la invención de la escritura, la humanidad cambió por completo y dio paso a la era de los recuerdos y del registro.

Como bien se puede apreciar en el libro infantil de Abilio Padrón, Una pequeña historia del libro, fue un proceso bastante largo el que recorrieron los textos para tomar la forma que tienen en la actualidad. Desde los grabados en las cavernas, hasta los libros impresos, fue un recorrido que se ajustó a la velocidad con la que el intelecto de los humanos crecía. Es decir, podríamos decir que los libros son el fruto máximo de la evolución de la mente humana.

Un ejemplo de esto es que hoy en día, en donde nos encontramos en la era digital, los libros no existen únicamente en el papel impreso. También se encuentran en la virtualidad, en espacios creados para la compra y lectura a través de la computadora y de los dispositivos inteligentes. Este nuevo formato que hace del proceso de la lectura algo más inmediato (todo es a través de un simple clic), universal e incluso ecológico.

Las editoriales y librerías de todo el mundo poco a poco se han ido sumando a la nueva era de los libros y es así como ahora conocemos a cientos de bibliotecas y librerías digitales que ofrecen sus catálogos a través de la web. Incluso en Venezuela, en donde el mercado editorial se ha visto terriblemente maltratado en los últimos años, se cuenta con la existencia de una librería digital, creada por la Universidad Católica Andrés Bello junto su editorial, abediciones (abediciones.ucab.edu.ve), en donde se pueden adquirir de forma sencilla y practica los textos que, de forma física, son muy difíciles de conseguir.

Se podría decir entonces que los libros digitales no vinieron a suplantar o eliminar al libro en físico, sino más bien a repotenciarlo y apoyarlo en la difusión de los contenidos que se guardan en su interior.

Ambos formatos, físico y electrónico, representan un bálsamo para la humanidad en los tiempos que corren con la pandemia asumiendo el control del mundo. El distanciamiento y aislamiento que han tomado las personas para mantenerse a salvo también ha representado un reto para la mente. El ser humano no es de naturaleza solitaria y mucho menos cautiva, así que no es sorprendente que las nuevas condiciones amenacen su estabilidad mental. Es aquí cuando los libros cobran fuerza e importancia al convertirse en la puerta a nuevas aventuras, mundos y emociones. Cosas que muestran a través de sus páginas y que solo requieren de la mente y del alma para manifestarse.

La pandemia ha simbolizado una piedra en el camino para muchos sectores de la economía, pero para el sector editorial ha estado muy cerca de considerarse una bendición. De acuerdo a la Federación de Gremios Editoriales de España, el promedio de lectura de las personas en todo el mundo pasó de 47 minutos al día a 71, y la compra de libros aumentó un 50% mientras que el registro de portales de lectura online también ascendió un 30%.

Del mismo modo, la cantidad de personas que decidieron dar sus primeros pasos en el campo de la creación literaria también aumentó. Durante la pandemia se registraron múltiples talleres de escritura, como el taller Corrección Perpetuum impartido por el escritor venezolano Álvaro D´Marco, en donde se promovió un espacio para que las personas desarrollaran sus habilidades narrativas.

Ambos casos, el aumento del consumo de libros y la creación literaria, son evidencia de que los libros son los salvavidas de la mente y que, del mismo modo, siempre tendrán un lugar sagrado dentro de la cultura porque son un claro reflejo de la esencia humana.

 

 

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