Las mujeres no fueron bien vistas dentro de la actividad literaria sino hasta el siglo XX. Antes de esto, sus obras eran poco valoradas y la crítica se encargaba de destruirlas o adularlas con cumplidos que poco tenían de alentadores. No obstante, hubo grandes escritoras que hicieron frente a la situación y no solo crearon historias de gran talento, crearon obras que años después serían consideradas como grandes clásicos de la literatura y entre estas mujeres se encuentra nada más y nada menos que Charlotte Brontë.

 

Nació en Thornton, Yorkshire el 21 de abril de 1816 y desde una edad muy temprana su vida se vio marcada por la desgracia. A los cinco años perdió a su madre y años más tarde fue enviada junto a su hermana Emily a un internado en donde hicieron compañía a sus hermanas mayores: María y Elizabeth, quienes fallecieron al poco tiempo debido a la tuberculosis.

La escritora siempre hizo responsable de esto a las precarias e inhumanas condiciones en las que se encontraba el internado, el cual sirvió de inspiración para crear a la terrible Lowood en Jane Eyre.

Posteriormente regresaron a su hogar en donde surgió algo impresionante. Una vez reunida con sus tres hermanos: Emily, Anne y Branwell, nació una especie de sociedad creativa en donde los hermanos Brontë fabricaron las obras que harían inmortal a su familia. Cada uno con diferentes grados de popularidad, claro está, pero todos debidamente valorados y respetados.

Fue en estos años en donde la escritora se inmiscuyó junto a sus hermanos en la creación de un mundo fantástico (lo cual hoy en día se puede identificar como worldbuilding), que si bien no fue la obra que arrojó su trabajo a la fama, fue la fuente de inspiración de muchos de sus proyectos. Gondal, Angria y Gaaldine son los nombres de las ciudades que conforman este poco conocido universo y en cual las hermanas Brontë dieron sus primeros pasos en el oficio de la escritura. Lastimosamente, en la actualidad no existen mayores referentes de este trabajo, solo pequeñas menciones en diferentes poemas de la autora.

Años después comenzó la producción de sus primeras obras literarias, poemas más que nada, pero estos fueron poco valorados por las editoriales de la época. Esta realidad confirmó a la joven creativa sus sospechas: las autoras no eran bien vistas en la sociedad y sus trabajos menos considerados. Ante esto, y recién habiendo descubierto el trabajo de su hermana Emily, Charlotte ideó el plan de publicar, cada una, sus trabajos con seudónimos masculinos: Currer, Ellis y Acton Bell.

Bajo aquel pretexto, trabajó con su primera novela El profesor la cual fue rechazada por las editoriales, no obstante, le abrió las puertas para que enviara el manuscrito de Jane Eyre, la obra que la hizo pasar a la historia.

En el transcurso de aquel año, 1847, se publicaron las obras de las tres hermanas: Jane Eyre, Cumbres Borrascosas y Agnes Grey, quienes no revelaron su identidad sino hasta más adelante cuando ya casi no hubo razones para celebrar. Emily Brontë falleció en 1848 mientras que su hermana Anne le siguió el año siguiente.

Charlotte quedó totalmente sola pues su hermano Branwell también falleció aquejado por el alcoholismo y la tuberculosis.

La depresión se hizo dueña de la escritora, quien, poco a poco, comenzó a codearse con los diferentes miembros de los círculos literarios de Londres, aunque es necesario destacar que ninguna de sus obras posteriores contó con tanto éxito como lo hizo Jane Eyre

Charlotte Brontë alcanzó a vivir lo suficiente como para continuar escribiendo obras como: Shirley, Villette y Emma y, posteriormente, logró ver publicada su primera novela El profesor.

Vivió hasta los treinta y ocho años, específicamente hasta el 31 de marzo de 1855. Después de su muerte se publicaron una serie de cartas en las que se conocieron detalles importantes y muy personales de su vida. Detalles que corroboraron que, si bien las hermanas Brontë no lograron vivir demasiado, sus obras aseguraron la inmortalidad de sus memorias.

 

 

 

 

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