Escritor por Juan Manuel Fuentes Salonia

 

 

Uno de los más grandes exponentes de la literatura inglesa no fue ni británico ni americano, sino polaco, y su nombre fue Józef Teodor Konrad Nałęcz-Korzeniowski, conocido por su nombre británico: Joseph Conrad.

A mediados del siglo XIX, la nación de Polonia no tenía territorio, siendo este repartido entre Rusia, Prusia y Austria desde hace más de un siglo, después del colapso del reino. Sin embargo, la nación seguía viva en su gente. En la ciudad de Berdychiv, en la actual Ucrania, vivió un noble llamado Apollo Korzeniowski, quien dedicó su vida al estudio, la escritura y al activismo político en contra del imperio ruso. Apollo fue muy activo dentro del movimiento nacionalista polaco y eso lo llevó a la cárcel y luego al exilio a la región de Vologda, donde su esposa, Ewa Korzeniewska murió de tuberculosis.

La caída en desgracia de Apollo fue experimentada de primera mano por el pequeño Józef, su hijo. Visitó a su padre constantemente en la cárcel y durante el exilio leyó mucho sobre Polonia, Shakespeare y los incompletos mapas del mundo de la época, sintiéndose enamorado con la idea de explorar África. Cuatro años después de la muerte de Ewa, Apollo cae enfermo también de tuberculosis y se le permitió regresar a Cracovia. Con tan solo doce años, Józef quedó huérfano y su tío se encargaría de su cuidado.

A los diecisiete años, Jósef estaba convencido de que su destino era convertirse en un marinero, por lo que se mudó a Marsella para enrolarse como marinero en el buque Mont Blanc. Desde ese momento, Jósef le dedicaría su juventud a surcar los océanos en barcos mercantes ingleses, donde vivió incontables aventuras y desarrolló sus habilidades con el francés y el inglés. Eventualmente optó por la ciudadanía británica y se bautizó con su nombre inglés: Joseph Conrad.

Sin embargo, estos años en el mar no fueron fáciles. Conrad sufría constantemente de enfermedades y deudas y se sentía muy desesperanzado por la situación política de la nación polaca. Su salud mental también era frágil y experimentaba ataques nerviosos y depresiones ocasionales. Cuando tenía veinte años, durante un episodio depresivo motivado por sus deudas, realizó un intento de suicidio disparándose con un revólver en el pecho, pero logró sobrevivir.

A los treinta y seis años, luego de dejar la marina, se dedicó completamente a la escritura en inglés. Su primera novela fue La locura de Almayer (Almayer’s Folly, 1895), que describe las aventuras de un comerciante holandés en la jungla de Borneo.

Conrad fue muy crítico del imperialismo y las prácticas coloniales de las potencias europeas. En El Corazón de las Tinieblas (Heart of Darkness, 1899), una de sus novelas más conocidas, Conrad se inspira en los abusos de poder que el rey Leopoldo II de Bélgica ejerció sobre la población del Congo, de los cuales él mismo fue testigo durante sus viajes al continente africano. El Corazón de las Tinieblas (1899) sirvió de inspiración para la realización de la película Apocalipse Now, dirigida por Francis Ford Copolla en 1979, donde cambia de contexto: del Congo ocupado por Bélgica del siglo XIX pasamos a la jungla de Vietnam de finales de los años sesenta.

Para el público latinoamericano destaca su novela Nostromo (1904), cuya narración se desarrolla en el país caribeño ficticio de Costaguana, construido enteramente a partir de sus propias memorias y experiencias vividas durante sus viajes a América. Conrad describe con gran exactitud la vida en latinoamérica durante el siglo diecinueve, a pesar de sólo haber estado un periodo breve en el Caribe.

La mayor parte de las novelas y relatos de Joseph Conrad existen en el contexto de los viajes de descubrimiento a tierras desconocidas, con un elemento político que no puede ser ignorado. No se puede decir que sean solo relatos de aventuras, sino también una exploración de nuestra propia humanidad y la forma en la que nos tratamos los unos a los otros. Los personajes y las situaciones que se describen están basados en las experiencias propias del autor durante sus días en el mar, a veces llegando a combinar y confundir la realidad con la ficción, y no siempre teniendo finales felices. Su escritura fue un reflejo de su mente: viva, melancólica, introspectiva y nostálgica.

Joseph Conrad murió el 3 de agosto de 1924. Fue un autor que surcó mares desconocidos en un mundo cuyo mapa no se había terminado de dibujar, algo que muy pocos tuvieron la oportunidad de vivir, pero que su obra nos permite experimentar. Su contribución a la literatura inglesa es indiscutible, pero el inglés no era sino su tercera lengua. Fue un ciudadano polaco, británico y del mundo, y su legado nunca será olvidado.

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