Texto de Marialejandra Díaz V. 

Años atrás, en Caracas estaba uno de los museos más importantes del mundo, para algunos, el más importante de América Latina.

Recientemente abediciones presentó El MACCSI Un museo diferente obra que contiene dos ensayos que relatan la época en la que el Museo de Arte Contemporáneo Sofía Ímber (MACCSI) fue dirigido por su creadora, con quien compartió nombre. El primero de los textos del libro es el de la profesora María Luz Cárdenas, experta en curaduría y gerencia de instituciones museísticas, y el segundo de Carlos Delgado Flores, periodista, investigador y profesor universitario. 

Adicionalmente, la publicación cuenta con un prólogo del profesor Víctor Guédez, quien ha sido miembro de las juntas directivas de diferentes instituciones culturales de renombre. 

En fechas cercanas a la de la presentación del libro, tuve la oportunidad de conversar con el profesor Víctor Guédez y el profesor Carlos Delgado Flores, cuyos aportes permitieron que El MACCSI Un museo diferente sirva como prueba de la época brillante en Venezuela en la que la cultura lo era todo. 

 

 

Una de las frases que se resalta en la obra es lo que solía decir Sofía Ímber: “Cultura es todo” ¿Qué es lo que estas palabras significan para usted?

Prof. Carlos Delgado Flores: Para Sofía todo el periodismo era cultural y también era político. Ambas cosas. El periodismo da cuenta de la situación humana y del pensamiento humano. Sofía empezó levantando historias de vida de pacientes del servicio de psicología infantil que llevaba el Dr. García Arocha, de allí pasó al periodismo. O sea que a Sofía siempre le interesó saber qué pensaba la gente, qué sentía, qué vivía… Esa curiosidad lo lleva a uno al periodismo, y ella (Sofía Ímber) pretendía que todo lo que se hacía era cultural, porque al final todo eso va a construir la trama de significaciones donde vivimos.

Prof. Víctor Guédez: La cultura tiene muchísimas acepciones. La más elemental es la que se asocia con la vida del cultivo. Todo lo que se cultiva es cultura. A mí particularmente me gusta mucho una definición de Ortega y Gasset, en la que dice que la cultura es la capacidad de preguntar y de responder, y uno puede perfectamente derivar de ahí que hay culturas que tienen más preguntas que respuestas, culturas con más respuestas que preguntas y otras con la misma cantidad de respuestas y preguntas. Entonces, uno podría decir que cuando una cultura tiene más respuestas que preguntas es prepotente, impositiva, y cuando tiene menos respuestas que preguntas, es una cultura que está en proceso de elaboración. Sofía era un poco de cada una de estas versiones de cultura. Porque Sofía era una mujer que se cultivaba, se preguntaba y se respondía. Sofía era una mujer que pensaba, sentía y hacía en función de lo que era el acto creativo y estético, y todo eso conformaba su vida. Y cuando ella hacía esa afirmación ciertamente replicaba la vocación y la sensibilidad de su sentimiento.

 

La cultura del trabajo establecida por Sofía Ímber fue un pilar importantísimo para convertir al museo en el más importante de América Latina durante su época. Trabajar allí era un compromiso con la excelencia. Para usted ¿Cuáles son los valores que resumen este principio? 

Prof. Carlos Delgado: Dar. La primera palabra es dar. Nadie da lo que no tiene para dar. Para dar hay que tener. No era una exigencia por la exigencia. No era una tiranía. Era un reto constante, porque Sofía partía desde el principio de que cada cabeza es un mundo, pero para poder dar hay que tener. Y ese tener es tenerse, conocerse, trabajarse. En la medida en que se trabaja y se conoce, se crea. Sofía no concebía su trabajo como trabajo, sino como obra. Era una manifestación personal. Hay una diferencia sustancial entre un trabajo y una obra, la obra va más allá de lo que se entrega. La obra es para construir equipos que la perpetúen en la misma medida en que van avanzando en el tiempo. A las obras las lleva una visión. A los trabajos también, pero entre el trabajo regular y la obra media el propósito. Una fábrica, una industria, un servicio, una universidad, pueden tener una visión, pero si sus equipos tienen propósito, tienes una obra.

 

El museo era muchísimo más que un museo. Fue dirigido como un periódico, tenía un fuerte carácter comunicativo y educativo, se acercaba al público para hablarle y escucharlo, para algunos incluso era un hogar. Todas estas perspectivas con las que se identificaba el museo, eran a su vez cualidades de la misma Sofía Ímber, ¿Cuál (o cuáles) de ellas cree que es la que hoy en día más se necesita en Venezuela?

Prof. Carlos Delgado: Hace falta que te escuchen, hace falta que compartan contigo y hace falta guía para afinar las intuiciones. Todo el mundo tiene intuiciones, pero no todo el mundo tiene la capacidad de conectar. Nos falta mucho diálogo, y el museo era principalmente eso: un espacio de diálogo. Que el museo fuera gerenciado como un periódico surgía de la idea de concebir al museo como un medio de comunicación, es una intuición que nace del estilo de vida y trabajo de Sofía. Sofía entendía el periodismo como un oficio intelectual, como una manera de construir ciudadanía, de mejorar la condición de vida.

Prof. Víctor Guédez: Sofía era una mujer de una sinceridad absoluta. Sofía estaba en todo lo que hacía y vivía todo lo que lograba, y todo eso en función del desafío de aprovechar oportunidades para mejorar institucionalmente su organización y para aportar valor al país. Sofía le prestaba más atención al cuidado del museo que a la protección del museo. Porque cuando tú cuidas algo, lo haces desde adentro y para adentro, mientras que cuando proteges algo lo haces desde afuera y para afuera. La diferencia entre cuidar y proteger es tan significativa que uno se pone a hacer las transferencias al mundo de la democracia y la democracia hoy en día está fracasando porque queremos protegerla desde afuera y no hemos sido capaces de cuidarla desde adentro.

 

Acerca de la educación y aprendizaje a través del arte ¿Cómo funcionaron en el museo? ¿Cómo se concretó esa participación del público con el museo? 

Prof. Carlos Delgado: Sofía le tenía horror a lo didáctico, porque lo didáctico se reduce el sentido a una sola vía, y te vas a conformar con cumplir los objetivos que te trazaste dentro de una ruta educativa si la vuelves didáctica. Si tú construyes la ruta de la misma forma en la que se escribe un texto periodístico, que es divulgando lo que no se sabe para que te entiendan, tú estás haciendo un trabajo de traducción, de cambio de léxico, de uno metalingüístico al público común. Así lo vuelves sentido común. Ese ejercicio se lo llevó Sofía para el museo. El museo no era un monumento, no tenía entradas ni salidas establecidas, era espacio puro. Como no es un monumento que hay que preservar ni hay que señalizar, el servicio se construía de manera dialógica. Las obras eran teatralizadas, dispuestas en el espacio, y la gente entraba y las recorría. Podías tomar una visita guiada o hacerlo libre. La misión del museo, si la miramos desde una perspectiva de las políticas culturales, era pedagogía del gusto. El trabajo del museo era educar la mirada, pero educarla liberando la imaginación. Y ahí está su mejor contribución.

 

En la misma línea de la pregunta anterior, el MACCSIBUS ¿Cómo surgió la idea? 

Prof. Carlos Delgado Flores: Nace de una intuición de Sofía, que tenía muy claro el concepto de innovación. Sofía había viajado, viajaba a Estados Unidos, Inglaterra, Francia… veía, pensaba si se podía adaptar, hacía la prueba, si la prueba funcionaba la desarrollaba como servicio y la incorporaba. Sofía una vez pensó en hacer visitas guiadas tipo audiolibro, ofrecer visitas guiadas con audífonos. Ahora lo vemos así, pero en los 90 era un dispositivo que había que crear. Con el MACCSIBUS pasó igual. Ella lo vio y dijo: esto es perfecto para profundizar el trabajo educativo del museo y hacerlo llegar a las comunidades. Y se habilitó un autobús con diapositivas y proyector, afiches… de modo tal que eran clases de temas que tenían que ver con la percepción, la cultura visual, llevado a comunidades remotas: barrios, campos… El MACCSIBUS recorrió varias veces el país. Cuando yo estuve (1997-2001) se dieron unas treinta giras del MACCSIBUS.

 

Y de las épocas que atravesó el museo, las distintas obras que se presentaron o las actividades realizadas, ¿Cuál es la que recuerda con más cariño o cuál es su recuerdo más memorable?

Prof. Carlos Delgado Flores: De las muchas cosas que vi, una que me impresionó muchísimo fue una visita de sordociegos. Era impresionante verlos disfrutar la experiencia y comunicarse entre ellos. También recuerdo que en el 2000, con la cumbre de la OPEP, hubo cinco exposiciones montadas, construidas desde la inexperiencia de los gestores.

 

Lo interesante acerca del MACCSI, tras leer y escuchar sobre él, es que da la impresión de que nada era imposible. El museo era un gigante capaz de superar cualquier obstáculo exitosamente. Podría decirse que esto fue gracias al compromiso de quienes trabajaron allí, porque en el MACCSI nada ocurría al azar. 

Prof. Carlos Delgado Flores: Sí, y no era tan complicado el cuido porque había una causa común. Había un sentimiento colectivo. Había una cultura de organización muy fuerte construida sobre la base del respeto y de la autoexigencia. El museo tenía todos los reconocimientos habidos y por haber, y una cultura intuitiva. Una cultura llena de intuiciones, pero profesionalizada. El trabajo cotidiano es otra cosa que recuerdo porque el museo es, además, un emblema de la arquitectura brutalista de Caracas. Eso de bajar a un sótano, luego subir a la sala y recorrer el espacio como dentro de un panal, en algún momento uní las proyecciones ortogonales del museo para hacer un modelo tridimensional y la forma que da es un panal. Es una forma que se da casi orgánicamente. Esa experiencia yo la recuerdo, pero también tengo un recuerdo traumático que es el del 16 de diciembre del 99 cuando nos tocó subir las obras de la colección y sacarlas a resguardo porque Parque Central se estaba anegando. En paralelo al deslave, la quebrada Anauco y la Catuche se salieron de cauce y toda la avenida Bolívar estaba cubierta de agua. Hubo que evacuar el museo. Y eso lo hicimos todos los que fuimos ese día. Después nos dispusimos a organizar una brigada de apoyo a los damnificados, llevamos todos los botellones de agua que teníamos.

 

Por otra parte, para el profesor Víctor Guédez el MACCSI, además de dejar un recuerdo en quienes lo visitaban, también transformaba a las personas, construía en ellos un ojo crítico

Prof. Víctor Guédez: Cada exposición en el Museo de Arte Contemporáneo era una sorpresa. Y cada una tenía una pauta de significación distinta a otra, pero no superior ni inferior a otra, sino que dejaba una satisfacción de un esfuerzo profesional, en un sentido estético, de una entrega institucional que ciertamente servía de preferencia… Todas las salas ocupadas, bien ocupadas, bien cuidadas, bien visitadas, aclimatadas. Uno salía del país y se convertía en un crítico, porque todo lo comparaba con lo que se hacía en el museo. Es que había un profesionalismo mucho más allá de lo normal que le permitía a uno sentir insatisfacción con cualquier otro museo importante en el mundo.

 

Finalmente, quisiéramos que comparta unas palabras sobre la importancia del museo y de iniciativas como esa, ya que este libro es una prueba más de que en el país es posible llevar a cabo proyectos increíbles, a través de la dedicación y el compromiso. 

Prof. Víctor Guédez: Hay que rescatar el pasado de este país, porque es una semilla que todavía puede germinar y seguramente va a revivir, y son conquistas y logros que se hicieron de una manera superlativa. En la medida en que uno recuerda, no solamente los vive, sino que también los puede proyectar, y los puede compartir con las generaciones jóvenes que jamás en la vida se imaginaron que Venezuela fue un país de referencia, no solo en el mundo del arte, sino en todas las cosas. Y Sofía era una pauta de referencia gerencial en el mundo cultural que todavía tiene muchísimas cosas que establecer como referencia para que nosotros las repliquemos y alcancemos logros significativos como los que ella alcanzó. 

Prof. Carlos Delgado Flores: El museo fue un gran momento. No lo es ya. El museo Armando Reverón es otra cosa. Se da testimonio del Museo de Arte Contemporáneo Sofía Ímber no solo por homenajear a su creadora, sino precisamente por mostrar que en el marco de la modernización nosotros podíamos hacer cosas de talla mundial. Lo podemos hacer. Lo podemos hacer dentro y fuera del territorio, porque ahora Venezuela es donde están los venezolanos. Los ashkenazi tienen una palabra para designar a las personas con genio: Mensch. Mensch era Sofía, pero eso era lo que le exigía a los demás, que fueran gente. Y bueno, a veces toca volver a lo básico, pero es que lo básico puede ser sublime.

 

 

Tras conversar con los profesores Carlos Delgado Flores y Víctor Guédez, pude confirmar algo que venía pensando desde que leí El MACCSI Un museo diferente y tuve la oportunidad de sumergirme en la historia del museo y de Sofía Ímber: la obra más valiosa del museo es su gente. Ellos convirtieron al museo en el gigante inolvidable que es, todo con compromiso, pasión y propósito. 

El MACCSI no solo educó a todos quienes lo visitaron, también les demostró a ellos y a cualquier persona que lea sobre su historia que nada es imposible.