Florecemos en un abismo: 92 años de vida y obra poética de Rafael Cadenas

Florecemos en un abismo: 92 años de vida y obra poética de Rafael Cadenas

 Escrito por: Sofía Mogollón

 

Han sido breves los encuentros físicos y personales con el maestro Cadenas. El primero ocurrió durante un evento en la UCAB, comenzaba Letras y poco sabía del poeta. Sin embargo, cincuenta y tres minutos después, la historia sería otra: la fascinación primaria ante un mundo que yo desconocía, despertó la admiración temprana de alguien quien, a diferencia de la mayoría de sus compañeros, no se interesaba especialmente en la poesía.

Las demás ocasiones se vertieron en tertulias literarias en librerías de Caracas y encuentros pasajeros en ferias de libros, pero la última y más conmemorativa fue al otorgarle la Orden Andrés Bello, nuevamente en la UCAB,  luego de haber recibido el premio Reina Sofia de Poesía Hispanoamericana en 2018.

Al pasar los años y consecuentes semestres supe reconocer que mucho había cambiado a partir de Cadenas y, desde entonces, las experiencias lectoras fueron sumando nuevos autores y la poesía dejo de ser un ente inexplicable al que no buscaba –ni quería- darle acceso.

Diversas son las lecturas que se tienen del poeta y sumar las impresiones de quien ha seguido su trabajo desde el espacio íntimo, puede evidenciar el impacto de un autor que lleva décadas ahondando en las experiencias poéticas de generaciones a lo largo del país, pues bien sea desde nuestro rol como lectores o escritores, hemos sabido destacar en Rafael Cadenas un componente esencial a la poesía en su condición más humana: la prosa, un elemento que se vuelve “cercano al habla del vivir” y que potencia su carácter cotidiano, pero que además le imprime un sello propio al definirlo como un autor de la “brevedad, la hondura y la honradez”, como lo diría José Balza.

Entonces, durante estos 92 años que hoy se cumplen, pensamos en la realidad de un país que lo ha convertido en extranjero dentro de su propia tierra, en la génesis de la crisis y sus consecuentes reacciones, pero tambien en lo que ha potenciado el devenir del cambio, uno que, como ciudadanos, buscamos e insistimos por encontrar. Conciliamos a través de su obra las dudas ante una realidad que se cierne sobre nuestras cabezas y que, muchas veces ante escenarios disímiles, no conseguimos traer a tierra, pues como ya lo anunciaba Antonio López Ortega: “Es en estos últimos años cuando, sorprendentemente, sin que estuviera destinada a ello, la obra de Cadenas, a falta de país, crece entre adeptos y lectores para constituirse en un espacio alterno (…) con habitantes, con sentimientos, con certezas. Ocurre así con las grandes obras cuando los sostenes que las postulaban desaparecen”.

Así, la obra misma de Cadenas ha representado un país ficticio que insiste en no desaparecer, en trascender del papel al espacio físico, a servirnos de ventana hacia un mundo que evoluciona y del que aún podemos formar parte a través de las lecturas y reflexiones que tengamos de la obra del poeta.

Rafael Cadenas, además de un autor ilustre –pues como decía Nelson Rivera, ha tenido el privilegio de ser un gran escritor y un ciudadano ejemplar-, es un ser entrañable al que incontables lectores hemos tenido acceso a través de sus conferencias, de encuentros fortuitos en espacios literarios, de salones de clase – donde habita, además, el silencio y la cavilación más profunda- y de la palabra misma.

Es por eso que hoy, 8 de abril, desde abediciones exaltamos no solo su vida, sino tambien el quehacer poético que ya suma más de 60 años.

En conmemoración al aniversario del maestro Cadenas, te invitamos a descargar de forma gratuita nuestro folleto 4 voces sobre Cadenas, una recopilación de diversos autores sobre la vida y obra del poeta, publicado en 2018 a propósito de la entrega de la Orden Andrés Bello.

 

 

 

UCAB Guayana. Más que un campus

UCAB Guayana. Más que un campus

Un viaje por carretera de casi diez horas es lo que separa a Caracas del campus de UCAB Guayana. Una carretera de vegetación variopinta y estilos de vidas que cambian en el paso de cada pueblo y de cada estado. Puede que, para muchos, sea un viaje verdaderamente agotador, pero, la verdad, es que la recompensa vale la pena.

A una hora de Ciudad de Guayana, la región te da la bienvenida con una vista espléndida del río Orinoco a través de un puente que funge como el portal de una ciudad que se resiste y sobrevive.

Esta ciudad, bordeada por ríos y lagos, es el hogar de UCAB Guayana. Un campus resguardado por la naturaleza, cuyo espíritu indomable se traspasa a la identidad de la institución.

El Cisne del Anauco

La sede de Guayana de la Universidad Católica Andrés Bello inició sus actividades en el mes de mayo de 1995 con talleres de formación para los miembros de la gerencia de las empresas de la región. Un año después, en 1996, se instalaron las actividades de postgrado y ya para 1998, específicamente el 13 de octubre, comenzaron las clases de pregrado con la lectio Brevis dictada por el padre Luis Ugalde.

En aquella época, el equipo de la universidad comenzó a consolidarse y personas como Carmen Rodríguez, cuya labor principal se asocia con los libros y la biblioteca que los refugia, unieron su crecimiento profesional con el crecimiento de la institución.

Carmen Rodríguez

“…Estoy desde que no había más que 8 estanterías […] libros de la A a la H, solamente. Después nos mudamos a este edificio y todo cambió. Fuimos avanzando y creciendo año tras año, Eudis y yo siempre hemos estado aquí. La gente viene y va, pero ella y yo seguimos.”

Tal como indicó la señora Carmen, el campus de Guayana crece un poco más todos los años. Cuidando de sus jardínes, su lago, sus edificios, su estatua del Andrés Bello sentado e, incluso, los patos que hacen vida en el lugar.

Un espacio donde naturaleza y conocimiento conviven, y profesionales como el profesor Oscar Murillo, director de la Escuela de Comunicación Social, se esfuerzan por ofrecer a los alumnos oportunidades de aprendizaje y experiencias que puedan llevar a su formación laboral y personal a nuevos niveles.

Kenay Urtado

“Tiene sus altas y bajas, pero mi pensum me gusta. No veo nada que le falte […] y, ahora que formo parte de los beca trabajo, aprendí que son varias las actividades que puedo desarrollar aquí”. Sostiene Kenay Urtado, estudiante del octavo semestre de Comunicación Social.

La cultura también es protagonista de las actividades de este campus. De eso se encargan el padre Roberto Salazar y Alexis Mora, líderes de la iniciativa Plaza UCAB. Un ambicioso proyecto que, de acuerdo a sus creadores, busca conectar a nivel cultural a la universidad con la ciudad que la rodea.

Ellos, seguros de que es esa conexión la que permite la reconstrucción de la sociedad, han creado -junto a su equipo- una agenda diversa de actividades que involucran a jóvenes y mayores, ucabistas y externos. Claro que no están solos, cuentan con el apoyo de organizaciones como Buscadores de libros, que comparten la misión de llevar a las comunidades las bondades del conocimiento.

Eudis Subero

Normalmente, cuando pensamos en una universidad, tendemos a imaginar a los estudiantes que transitan en ella y a los grandes profesionales que formó. No obstante, son pocas las veces en las que nos detenemos a pensar en cada uno de los individuos que la conforman. Que trabajan todos los días para darle el prestigio y la calidad que amerita para poder considerarse orgullosamente una universidad. Son los empleados, trabajadores y profesores que, anonimamente, conforman a la institución. Como una vez lo dijo el rector Francisco José Virtuoso a inicios de la pandemia, la universidad no son las instalaciones, son las personas que las habitan.

El equipo de UCAB Guayana no se rinde ante las vicisitudes. Son un ejemplo del valor ucabista de la excelencia y la perseverancia. Allá, acompañados de aves exóticas y vegetación indomable, construyen día tras día las bases de una nueva y mejor sociedad, llena de oportunidades, sueños y triunfos.

La visión de Cultura de Mariano Picón Salas

La visión de Cultura de Mariano Picón Salas

Por Bruno Berardi

Son pocas las figuras venezolanas que hayan contribuido en el desarrollo académico y cultural a nivel universal de origen venezolano, como Mariano Picón Salas. Ha tenido a lo largo de su historia muchos títulos: ensayista, académico, fundador de la facultad de Humanidades y de Educación en la UCV y Embajador de Venezuela ante Colombia y la UNESCO.

Tuvo a lo largo de su vida una carrera amplia en muchos temas, todos relacionados con las palabras y su impacto en la sociedad. Pero siempre tuvo una inclinación por la cultura y su formación como identidad nacional, formando un viaje interno que vincula nuestro sentido de la lectura con el de nuestras creencias.

 

El el libro, La “varia lección” de Mariano Picón Salas escrito por Cristian Álvarez, consiste en una recopilación de sus temas predilectos en sus ensayos acompañados de muchas de sus observaciones con sus escritores favoritos que formaron la narrativa contemporánea. San Francisco de Asís, Miguel de Cervantes y Francisco de Miranda son algunos de los nombres que podemos ver en este texto, junto a académicos especialistas en cada uno de los temas que recorre por capítulo.

 

El deber del lector y su interpretación de la lectura es el primer capítulo que toca. Este espectador de las palabras debe ser un degustador calmado con la habilidad de analizar por su cuenta. No un atragantado de los textos que solo repite textualmente los puntos más importantes. En este punto, la recopilación de los expertos en la materia forman un debate entre referencias y opiniones que cambia de época y tema a lo largo de todo el libro.

 

En los siguientes capítulos se habla de la cultura, la historia y como debemos interpretarla, en palabras del mismo Picón Salas: “La cultura es un modo de vida que está orientado hacia una percepción del bienestar humano, el individual y el comunitario; es algo más sutil que está presente en el vivir cotidiano, y que, quizás de forma implícita, apunta al crecimiento interior y a la convivencia”.

 

Ese pequeño contraste que formamos, aprendemos de la cultura y la absorbemos para convertirla en tradición, son elementos que desarrollamos desde el principio de la sociedad y llevamos en el interior como individuos. Todo esto es una manera de desarrollar lo que Picón Salas se refiere como la “conciencia” y la libertad que adquirimos al tenerla.

 

Estos temas no solo muestran el avance histórico junto a las opiniones de los escritores que encabezan sus múltiples percepciones. También es una fuente de análisis donde el lector puede consultar esas dudas tan profundas: ¿Qué es la cultura?, ¿Cómo debemos interpretar lo que leemos?, ¿Tomamos la historia como una enseñanza de lo que hacemos o únicamente la ignoramos? Todas estas preguntas tan diferentes conectan el punto de “consciencia” que cada individuo necesita en su día a día, no exclusivamente al leer, sino al momento de tomar decisiones.

 

“Acaso contra mi voluntad –escribe en “Pequeña confesión a la sordina”–, el Destino me impuso una vocación de escritor nómada, y por ello mis escritos obligan frecuentemente al lector a largas expediciones por el mapa.” Esas son las palabras mismas del ensayista Mariano Picón Salas al desarrollar este “viaje interno”, como se refiere en el libro, que debemos emprender para tener una noción clara de quiénes somos, tanto individuos como sociedad.

 

La forma en cómo el autor nos transporta a una biblioteca llena de referencias en estos temas tan profundos, siendo la fuente principal, Picón Salas, lo vuelve un texto necesario ahora. La necesidad de profundizar en la identidad y la razón por la que leemos. Puede abrir nuestros ojos a nuevas experiencias que deseábamos, mas no conocíamos.

Al final, La “varia lección” de Mariano Picón Salas no requiere habla de una profesión específica o una teoría analítica. Todo aquel que desee expandir su conocimiento en relación con la cultura y al desarrollo interno, es un candidato por excelencia para divertirse en esos extensos capítulos. Después de todo, el progreso de una sociedad depende de la historia, la cultura y la voluntad de cada individuo por separado y su deseo de colaborar.

 

 

 

 

La mezcla perfecta entre letras e imágenes

La mezcla perfecta entre letras e imágenes

Por Bruno Berardi

 

Los seres humanos somos seres visuales. Nos enfocamos más en la imagen que en el contenido. Este concepto se aplica incluso a los libros. Lo primero en llamarnos la atención es la portada, no el texto. Tomando en cuenta esto, surgió, desde hace mucho, la necesidad de darle una forma «física» a las historias: Los libros ilustrados.

 

Estos han tenido una tendencia en la era digital debido a su variedad para todas las edades. Desde los clásicos de la literatura para los más pequeños hasta los mangas o cómics para los más grandes.

 

El impulso de darle una imagen a las palabras ha estado presente en gran parte de la historia de la literatura, tanto así que su origen no es preciso. Desde la ilustración de manuscritos, las miniaturas persas o los rollos orientales ilustrados. Pero la verdad es que la ilustración de libros, tal y como la conocemos hoy, se origina en el siglo XV con la talla en madera que rápidamente fueron incluidas en los primeros libros impresos, y, posteriormente, en los libros impresos en bloque.

 

Por otro lado, el origen de los primeros rollos ilustrados, que más adelante sería conocido como manga, data del año 1790, en el período Nara. Estas historias alternaban imágenes y texto lírico, pero el término “manga” (漫画) fue creado por Hokusai Katsushika, uniendo los kanjis de la palabra informal (漫 man) y dibujo (画 ga) que podría traducirse en el sentido más literal como “dibujos informales” o “garabatos”. Este estilo tomó gran popularidad en Occidente y en 1896 Richard F. Outcault publicó el primer cómic de la historia: Yellow Kid.

 

Es gracias a este híbrido texto-imagen que la posibilidad de la litografía, inventada por Aloys Senefelder en 1819, formó una mayor variedad de textos y precisión, ya que el artista ahora podía dibujar directamente en la placa para imprimir. Esto no solo dio un nuevo género literario, dio una nueva forma de expresión que tuvo diferentes variaciones con los años (murales, animaciones, impresiones, etc).

 

A comienzos del siglo XIX, el proceso de fotograbado de la litografía permitió reproducir fotografías en los libros con una precisión que sigue usándose hoy en día. En este proceso se utiliza una gelatina sensible a la luz para transferir la imagen a una placa de metal, que luego es tratada con un químico para finalizar el estampado. Otro proceso que cambió el rumbo de los libros ilustrados, al permitir la impresión a color, fue la cromolitografía (Francia, siglo XIX). El proceso era sumamente laborioso y costoso ya que el artista debía preparar una placa distinta para cada color a utilizar.  No fue sino hasta finales del siglo XX que el proceso denominado litografía offset abarató y redujo el tiempo requerido para la impresión a color.

 

A veces las ilustraciones cuentan las historias sin necesidad de apoyarse en los textos. Este es el caso de los álbumes ilustrados. Las imágenes son tan sugerentes que llevan todo el peso narrativo. Claro que son vulnerables a la malinterpretación de sus acciones y mensajes, por esto las ilustraciones y los textos se complementan. Un texto puede ser muy bueno, pero acompañado de una mala ilustración lo desvaloriza y viceversa.

 

Los libros ilustrados también son una herramienta para captar el interés de los niños pequeños en la literatura. La combinación de los diferentes colores en las ilustraciones de los cuentos infantiles: las formas, el tamaño, el cómo estén realizadas, ya sea con pinturas, rotuladores, collages, acuarelas o digitalizadas, captan la atención de los más pequeños y los ayudan a comprender, a través de la asociación, el significado y la secuencia de cada una de las acciones planteadas en el texto.

 

 

¿Los libros ilustrados son solo para niños? 

 

Ciertamente, los libros ilustrados son empleados para despertar el interés por la lectura en los más pequeños, pero, a pesar de esto, en los últimos años se ha extendido este estilo a todo el público.

 

Las ventaja que nos ofrecen este tipo de literatura son varias. Potencian nuestra imaginación y creatividad, mejoran nuestro nivel de alfabetización visual y nos deleitan simplemente con su carga estética-que es muy elevada-. También nos permite desarrollar nuestra capacidad de soñar con su alto valor artístico. Estas historias poseen además un tempo diferente al de las novelas sin imágenes, siendo más fácil leer.

 

Los libros ilustrados tienen una vasta historia y diversidad cultural a tomar en cuenta. No muchos prestan atención a este estilo capaz de convertir cualquier narración en una imagen fresca en nuestra mente que otorga nuevos niveles de profundidad y valor estético a temas diversos. Un estilo tan popular en todo el mundo debe tener más atención por parte de los escritores, ilustradores y editores. Después de todo, si una imagen vale más que mil palabras, ¿Cuánto valdría una historia con imágenes y palabras?

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Se buscan filósofos para la era cibernética

Se buscan filósofos para la era cibernética

Ricardo Tavares Lourenço

Este artículo es la reseña de un libro de reciente aparición y editado por la Fundación Centro Gumilla y la editorial ucabista abediciones (diciembre del 2021):  Pensar comunicaciones hoy. Tendencias y atributos. Libro este que nos reflexiona y nos pone en evidencia como estamos hoy en presencia de una nueva era, de un mundo nuevo en donde lo digital se ha consagrado como algo de lo que no podemos ya prescindir. Así, en once ensayos el lector encontrará cómo las teorías de grandes pensadores de nuestra época nos ofrecen luces para comprender este cambio de era que estamos experimentando como sociedad.

 

Los historiadores tradicionalmente han denominado a nuestra era como contemporánea, la cual abarca desde la Revolución francesa hasta nuestros días. Es hora de considerar que estamos ante otra era de la historia del hombre, que proponemos aquí denominar cibernética, puesto que desde la aparición de la computación, y con ella internet, nuestras relaciones humanas, la construcción y difusión del conocimiento, los conflictos bélicos, el entretenimiento, el comercio y la economía, las telecomunicaciones, la educación, los deportes, la infraestructura, la salud, el turismo, la diplomacia, los lenguajes, las artes, la exploración espacial, la política, la ecología, la religión, entre otros tantísimos campos, han cambiado radicalmente. Todo es más rápido y efímero, todo es más inmediato y cambiante, todo es más descartable y cuestionable, todo es más digital y menos físico, lo que nos empuja a pensar en un nuevo esquema de valores morales y éticos que, en definitiva, están transformando al ser humano. A esta transformación se está denominando posthumanismo.

Para comprender esta vorágine de cambios que caracteriza a esta era cibernética se necesitan filósofos. Ante el apuro que caracteriza nuestro actual estilo de vida, se requiere parsimonia y sosiego para analizar cómo el ser humano se ve a sí mismo y a los demás, cómo se relaciona y socializa, cómo afronta las adversidades y emprende sus sueños. La filosofía también es necesaria para entender cómo percibimos la realidad a través de las pantallas de los teléfonos y computadoras. Así como la alegoría de la caverna planteada por Platón, que relata que unos hombres encadenados en una caverna solo podían ver sombras de los objetos proyectados en una pared y creían que esa era su realidad, de la misma manera ocurre hoy con las personas, quienes asumen como única verdad las imágenes y mensajes que circulan ante sus ojos sin detenerse a pensar si la realidad es mucho más grande, compleja o incluso diferente.

 

Con base en este nuevo estado de cosas, el Centro Gumilla y abediciones, en el marco de los 45 años de la revista Comunicación, publicaron en 2021 el libro Pensar comunicaciones hoy. Tendencias y atributos, con el propósito de hacer un alto para filosofar sobre las relaciones humanas mediadas por las nuevas tecnologías. En once ensayos el lector encontrará cómo las teorías de grandes pensadores de nuestra época nos ofrecen luces para comprender este cambio de era que estamos experimentando como sociedad.

El prólogo, escrito por Marcelino Bisbal, quien además es el editor de la obra, recalca que esta era se destaca por la mundialización de la cultura y las comunicaciones. Esta afirmación nos confirma que todo lo que pasa en el planeta nos incumbe y afecta, tal como en su época lo planteaba Marshall McLuhan con el concepto de la aldea global.

En cuanto a los pensadores que suministran las líneas maestras de la filosofía actual para explicar el escenario digital, tenemos que en el primer ensayo Johanna Pérez Daza y Gustavo Hernández Díaz exploran la perspectiva de Manuel Castells. Así como las reticuláreas de la artista Gertrud Goldschmidt (Gego) ilustran una red de redes sin principio ni fin, de la misma manera se teje la sociedad red conceptualizada por Castells, que se caracteriza por constituir un cúmulo diverso de nodos interconectados que comparten, interpretan, transforman, producen, reproducen y consumen mensajes de toda índole. Pero esta red, aparentemente libre y espontánea, también es terreno fértil para nuevas formas de interacción, control y cambio sociales.

El segundo ensayo, escrito por Jesús María Aguirre, se centra en Ray Kurzweil, quien publicó en su libro La era de las máquinas espirituales un conjunto de evidencias y de predicciones que apuntan a una integración hombre-máquina cada vez más estrecha. En otras palabras, las máquinas y los organismos se combinarán en lo que resta de este siglo, o lo que es lo mismo, el ser humano que evolucionaría a un cyborg para 2099, según proyecta Kurzweil. Tal combinación implica un esquema de relaciones intra e interpersonales que aun hoy no tenemos claro cómo se manifestará.

En el tercer capítulo, Victoria Dos Santos, María Di Muro y Humberto Valdivieso abordan los planteamientos de Pierre Lévy, quien sostiene que el lenguaje humano se potenció gracias a la invención de la escritura y, con ella, la imprenta y los medios de comunicación. Es la base de la inteligencia colectiva, la cual, mediada por las tecnologías, ha propuesto otros modos de entender la noción del espacio, el tiempo y sobre todo el concepto de lo humano. El esquema de símbolos que nombran y dan sentido a nuestro entorno adquiere un nuevo protagonismo.

La sociedad que está emergiendo en esta nueva era ya manifiesta algunos síntomas. Edixela Burgos nos presenta en el capítulo 4 el concepto de modernidad líquida planteado por Zygmunt Bauman. Este eminente filósofo polaco utiliza el término líquido como alegoría de la fluidez de las relaciones humanas de nuestro tiempo, es decir, transitoriedad de la vida social, fragilidad de los vínculos humanos cimentados en el individualismo, y fugacidad de las relaciones. Asimismo, en este ensayo se sostiene que esta es una sociedad obsesionada por mostrar su vida personal de manera constante a todo el mundo por las redes, así como también manifestar de forma explícita su activismo por alguna causa tanto política como social, lo cual suele ser recompensado y reforzado por los me gusta. Para Bauman, son nuevas formas de entretenimiento.

Lorena Rojas Parma y Humberto Valdivieso reflexionan en el capítulo 5 el posthumanismo filosófico con base en los postulados de Rosi Braidotti y Francesca Ferrando. El posthumanismo viene a ser un replanteamiento en el que hay mayor conciencia sobre la ecología, la diversidad de la vida tanto humana como no humana, y la sofisticación de la tecnología.

El sexto ensayo lo escribe José Luis Da Silva y lo centra en el pensamiento del filósofo coreano Byung-Chul Han. Para Han, el sujeto del presente no siente necesidad de mantener reservados sus espacios de intimidad; la frontera entre lo público y lo privado se diluye. Ni siquiera hay espacio para el sosiego y la reflexión, toda vez que se exige una actividad frenética en nuestro día a día y que debe quedar registrada en las redes sociales y medios de comunicación. De esta manera, el presente actual se caracteriza por su levedad, seriación, aceleración, comunicación ilimitada y por el menoscabo de las tradiciones. Además, la comunicación digital es manejada predominantemente por las pasiones, tal como sucede con la red social Twitter, un ágora 2.0 en el que coinciden las posturas más absolutas y apasionadas sobre nuestro mundo.

Alexandra Ranzolín trabaja en el séptimo capítulo la relación cara a cara desde la perspectiva de la psicóloga Sherry Turckle. Ella argumenta, a modo de paradoja, que aunque tengamos acceso a la comunicación por teléfonos, se ha perdido la capacidad de relacionarnos con otras personas presencialmente. La computadora y los teléfonos pasaron a ser instrumentos para proyectar nuestra identidad individual.

A partir del capítulo 8 el lector encontrará puntos de vista de pensadores latinoamericanos. Andrés Cañizález expone las líneas maestras de Jesús Martín-Barbero, quien define las mediaciones como algo hecho de flujos de lo cultural (popular), lo industrial moderno (mercado) y lo político (luchas por el poder y movimientos sociales).

Néstor García Canclini es estudiado por Luisa Torrealba Mesa en el noveno capítulo. Acá se aborda el concepto de culturas híbridas, que estudia los entrelazamientos entre lo tradicional y lo moderno, y entre lo culto, lo popular y lo masivo, desde la perspectiva cultural latinoamericana.

El décimo capítulo es escrito por Mariengracia Chirinos y Daniel Pabón, y está dedicado a Carlos Scolari. El concepto de prosumidor se hace presente, el cual consiste en que el emisor y el receptor del mensaje se intercambian los roles en los cibermedios, es decir, que consumen información y al mismo tiempo la producen, lo cual torna la comunicación más descentralizada. La teoría de las hipermediaciones también es abordada. Implica una concepción relativa del espacio-tiempo, ya que estamos conectados de forma permanente, lo que nos conduce a un consumo fragmentado de la información y a la ejecución de múltiples tareas.

El último capítulo del libro lo redacta León Hernández, quien explora los pronósticos sobre el futuro de la comunicación formulados por Antonio Pasquali. A este filósofo venezolano le preocupaba, entre otras cosas, que internet y los medios de comunicación acabaran por tener dos versiones: una gratuita y plagada de publicidad para quienes no pueden pagar altas sumas de dinero, y otra pagada y con mejor calidad para aquellos que posean recursos económicos.

Como hemos podido apreciar, el recorrido que traza el libro Pensar comunicaciones hoy nos confirma que estamos ante un cambio de era, en la cual el ser humano se ve a sí mismo de otra forma, se define en virtud de su entorno y, gracias a la versatilidad comunicacional, reformula sus relaciones interpersonales. Vive con sobreabundancia de información minuto a minuto, pero paradójicamente no es capaz de procesarla ni profundizarla, porque la velocidad de nuestro actual estilo de vida lo impide.

Esta nueva concepción de lo humano requiere ser estudiada con amplitud por filósofos y pensadores de diferentes disciplinas, para así entender cuáles son los rumbos en los que se encaminará la humanidad en las siguientes décadas de esta era cibernética. El libro que hemos reseñado nos aporta una primera radiografía desde el área de la comunicación. Recomendamos leerlo con serenidad y sosiego para encontrar en sus páginas reflexiones muy reveladoras sobre nosotros mismos. Es una oportunidad de salir de la caverna y ver lo que hay detrás de las sombras.

 

 

*Reseña del libro Pensar comunicaciones hoy. Tendencias y atributos Caracas, abediciones, 2021

 

Ricardo Tavares

Licenciado en Letras por la Universidad Católica Andrés Bello. Mg. Lingüística Aplicada. Profesor de español, portugués y de edición. Corrector de estilo